Jardín de Infantes Waldorf

Hermosa Canción del Sol

(Suaty-Pcuaoa)

Bogotá - Colombia

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Quietud Interior  

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Antroposofía  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Debemos preparar nuestra alma, nuestro carácter, nuestra personalidad, para que la veneración haga nido en nuestro corazón. Es el comienzo de una etapa para el desarrollo de la vida interior.

Es necesario aquietar nuestros pensamientos y obras, de tal forma que, al mismo tiempo que nos podemos observar imparcialmente, no se coarte la libertad de pensar y obrar a persona alguna. Esto nos permitirá discernir entre lo esencial y lo secundario.

El ejercicio consiste en apartarnos por unos momentos del curso de nuestra vida cotidiana, a fin de ocuparnos de algo totalmente distinto de nuestras habituales ocupaciones. Esto no debe interpretarse como que, si lo que hagamos en esos momentos de aislamiento, no tuviera nada que ver con el contenido de nuestro trabajo diario; al contrario: éste ejercicio nos aportará la fuerza necesaria para nuestros quehaceres corrientes. Tampoco debemos pensar que restemos el tiempo que  necesitamos para cumplir con nuestros deberes: basta con que sean cinco minutos al día. Lo importante es cómo se empleen estos cinco minutos.

Durante éste intervalo, debemos desligarnos por completo de nuestra vida habitual; nuestros pensamientos y sus sentimientos acerca de ellos habrán de tener matices distintos de los que comúnmente tienen; deberemos hacer desfilar ante nuestra alma placeres, dolores, preocupaciones, y acciones, de tal modo que todo lo experimentado lo contemplemos desde un punto de vista más elevado, como si fuese otra persona quien tuviese ésas vivencias. Con la quietud de un juez imparcial.

Nuestras vivencias aparecerán bajo una nueva luz. Mientras las experimentemos estrechamente unidos a ellas, no podremos distinguir  lo secundario de lo esencial. Adquiriendo cierta quietud interior, lo esencial va a distinguirse de lo secundario. La tristeza y la alegría, todo pensamiento y toda decisión, se nos presentan distintos si, de esta manera, nos enfrentamos con nosotros mismos. Pasaremos serena y rápidamente los sucesos de nuestra vida que han dejado huella. Tendremos la visualización imaginativa  de nuestro temperamento, con la seguridad de que algunas imágenes que lo han producido no aparecen en nuestra recordación, pero seguro están detrás de nuestras actitudes.

El valor de la tranquila contemplación de la propia interioridad no depende tanto de qué es lo que uno perciba, sino de saber despertar en sí mismo la fuerza para desarrollar la quietud interior.

Cada ser humano, al lado de lo que podríamos llamar el "hombre común", lleva en su interior un ser superior, que permanece oculto hasta que llegue a ser despertado; mas solamente uno mismo puede despertar este ser superior dentro de sí. Para toda persona que desarrolle su quietud interior, llegará el día en que le circundará la luz espiritual y en que, mediante un ojo antes desconocido, verá abrirse un mundo enteramente nuevo.

Nada ha de cambiar en la vida exterior a quien adquiera éste ejercicio como rutina. Cumplirá con sus deberes y responsabilidades habituales. De ninguna manera quedará enajenado de su cotidianidad, por el contrario, tendrá mucho más sentido todo lo que hiciese, reafirmando un carácter y temperamento sosegado, acorde con las necesidades específicas, cada vez con más alto sentido ético y moral. Tomará él mismo la dirección de su existencia, en vez de dejarse guiar por las circunstancias y las influencias externas.

Pero este nacimiento del propio ser superior al adquirir ésta quietud interior, representa solamente un aspecto del esfuerzo; es necesario dar otro paso. El hombre comienza progresivamente a sentir y darse cuenta de su pertenencia a otros mundos de los que nada pueden enseñarle sus sentidos ni sus ocupaciones cotidianas, y de este modo va trasladando a su interior el centro de su ser. Presta atención a las voces internas que le hablan en los momentos de quietud; se halla en íntima comunión con el mundo espiritual; se ha apartado de la vida cotidiana; cesan los ruidos de esa vida, y el silencio reina en torno a él; rechaza todo lo que le hace recordar las impresiones del mudo externo. La calma interna de la contemplación y el diálogo con el mundo puramente espiritual llenan su alma.

Y así se le acerca el momento en que empieza sentir que lo que se le revela es algo mucho más elevado, más real que las cosas materiales del espacio; se percata de que en este mundo del pensamiento hay algo que posee vida; comprende que los pensamientos no son simples imágenes vanas, sino que a través de ellas le hablan entidades ocultas. Desde el silencio empieza a escuchar algo como un lenguaje. Antes, percibía sonidos mediante su oído físico solamente, ahora resuenan en su alma. Se le ha revelado un lenguaje, un verbo interior. Una luz que emana de lo íntimo de su ser se derrama sobre todo su mundo exterior; una segunda existencia comienza para él; le inunda la corriente de un sublime mundo divino.

Esta vida del alma en el pensamiento que se va ampliando hasta convertirse en una vida en esencialidad espiritual, se llama meditación.  Esta meditación es el medio para adquirir el conocimiento suprasensible. Sus pensamientos  adquirirán perfiles claros, concisos, bien definidos. Deberá tomar como punto de partida los escritos que tienen su origen en semejante revelación obtenida por la meditación.

Mediante estas meditaciones se produce una total transformación. Comienza a formarse conceptos enteramente nuevos de la realidad; todas las cosas adquieren para él un valor nuevo. Comprenderá que la acción más insignificante que tenga que cumplir, la experiencia de menor importancia, que se le ofrezca, guardan relación con las grandes entidades cósmicas y los acontecimientos universales. Cuando, por medio de sus instantes de contemplación, haya llegado a ver claramente dicha relación, se dedicará a sus ocupaciones diarias con nuevas y mayores fuerzas, porque ahora sabe de la vasta relación cósmica - espiritual. Fuerza para la vida y no indiferencia es lo que nace de la meditación.

Adaptación de CAOM

 

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