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Andrew Cohen  

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DEJA DE LUCHAR

 

La mayoría de las personas se halla extraviada en lo que parece ser una incesante lucha y esfuerzo. Una lucha en contra de la experiencia del pensamiento. Una lucha en contra de los sentimientos que surgen. Una lucha en contra del movimiento del tiempo. Esto parece seguir continuamente. Puede que haya interrupciones momentáneas, breves instantes en que uno experimenta cierto alivio, pero esto generalmente no se prolonga por mucho tiempo, y luego la lucha se reinicia nuevamente.

 

Si podemos aprender a dejar de lado la lucha, descubriremos una libertad natural e inherente que ha estado allí desde siempre. Una parte considerable de la práctica espiritual guarda relación con aprender a dejar de luchar. Cuando hablo de dejar la lucha de lado, me refiero a estar dispuesto a soltar la relación rígida, temerosa y encapsulada en nosotros mismos que establecemos con nuestra experiencia. Esto requiere de mucho valor. A pesar del hecho de que muchas personas aseguran que desean liberarse, cuando de hecho se les da la oportunidad de dejar de luchar, la mayoría de las veces no desean hacerlo. No desean hacerlo, puesto que la lucha, por desagradable, dolorosa y limitante que sea, al menos proporciona un refugio seguro, un terreno conocido desde el cual funcionar. Se trata de ese lugar desde el cual uno siempre se reconoce a sí mismo.

 

Si estamos de verdad preparados para dejar ir la lucha, si estamos preparados para dejar de luchar de la forma en que hemos estado acostumbrados a hacerlo, debemos comenzar a hacer espacio para aquello que no sabemos. Debemos hacer espacio para aquello que no sabemos en relación a nuestra experiencia interna, y también en relación a nuestras vidas externas. Descubrimos el secreto de la Liberación al aprender experiencialmente lo que significa dejar de luchar. Y una vez que hemos experimentado lo que significa no luchar -aún si esto ha ocurrido por un breve instante-, debemos hallar el valor necesario para poner eso en práctica en la forma en que vivimos.

Descubrir la disposición a dejar de luchar es uno de los aspectos más difíciles de la práctica espiritual. Claramente. parece ser muy difícil para la mayoría de las personas captar la sutileza inherente a dejar de luchar, hasta el punto en que se transforme en un estado natural. Eso sólo puede ocurrir si es lo que deseas más que ninguna otra cosa en la vida.

 

Si se desea descubrir lo que significa dejar de luchar, uno debe estar dispuesto, en primer lugar, a examinar muy de cerca los motivos por los cuales uno lucha. No sólo luchamos por aferrarnos a sentimientos de éxtasis, recuerdos felices y experiencias gratas, sino que también lo hacemos para aferrarnos al temor, la morbosidad y la infelicidad. Luchamos por aferrarnos a lo que es placentero y también lo hacemos para aferrarnos a lo que es doloroso. Esta es una forma ciega, mecánica y muy condicionada de aferrarse a aquello que es familiar.

 

Lo que resulta revelador es que, cuando tenemos la suerte suficiente para experimentar lo que es no aferrarse, aún si la experiencia es positiva, casi siempre nos sentimos amenazados por sus implicancias. Cuando finalmente dejamos de luchar, lo que descubrimos es una profundidad desconocida. Dejar de luchar y experimentar esa profundidad es, muy frecuentemente, algo percibido como inspirador y tremendamente significativo, pero un estado demasiado demandante como para pensar en vivir toda nuestra vida en él.

 

Una de las revelaciones más impactantes que se presentan en la práctica espiritual genuina es descubrir cuán profundo es nuestro apego a lo conocido, y cuán escasa es nuestra real disposición a internarnos en lo desconocido. Es en esta revelación que vemos por nosotros mismos que el acto mismo de luchar, aún siendo desagradable, nos permite permanecer en un territorio que se presenta como básicamente seguro y protegido, puesto que es conocido.

 

Si somos sinceros en nuestro deseo de dejar de luchar, debemos interesarnos más y más en apegarnos a ninguna otra cosa que al logro perfecto de la libertad. La libertad significa paz, término, alegría y éxtasis. Realmente descansaremos cuando alcancemos ese punto en nuestra evolución como seres humanos, en el que finalmente estamos preparados a dejar de luchar y realmente dispuestos a internarnos en lo desconocido. Todo cambiará. Todo nuestro mundo interno y nuestra relación con la vida como un todo se pondrá patas arriba, simplemente porque estamos dispuestos a dejar de lado la lucha para siempre.

 

Pero hay más. Si tenemos suerte, la paz que hemos hallado al dejar de luchar no se transforma en un nuevo refugio seguro, otro punto de referencia estático. Se transforma, más bien, en aquello que nos da el valor para sumergirnos entusiastamente en la experiencia de estar intensamente vivos. Es muy importante comprender que hacer esto por entero significa más que un mero abandono de la lucha. Hacerlo por entero significa esto porque hemos dejado de luchar, y somos finalmente capaces de sumergirnos enteramente en la experiencia de la vida ¿Por qué? Porque hemos soltado todos los apegos a conceptos estáticos respecto a la paz y al descanso, y hemos descubierto una disposición a luchar de un modo enteramente nuevo. De hecho, para nuestra sorpresa descubrimos que experimentamos una atracción a luchar de un modo que no nos mantiene atados, sino que literalmente prende fuego al mundo.

 

El descubrimiento de esta disposición aclara algo que destroza todas nuestras ideas acerca del Despertar o la Iluminación: la Liberación final es hallada en mayor grado a través de interesarnos más en la vida misma que en librarnos de ella.

 

(Extracto de La Libertad no tiene Historia, por Andrew Cohen)

 

EL SENTIDO DE LA EXPERIENCIA HUMANA ES CREAR EL UNIVERSO

Dios se ha caído del cielo, pero empieza a despertarse dentro de cada persona

El sentido de la experiencia humana es crear el universo, explica en la siguiente entrevista el filósofo estadounidense Andrew Cohen, fundador de la emblemática revista "What is enlightenment", hoy punto de encuentro de pensadores, científicos y místicos interesados en la experiencia humana y en la conciencia. Cohen , cuya pensamiento recoge elementos de la tradición religiosa cristiana en general, así como del budismo o del new age, añade que después de la ruptura con las tradiciones que se produjo en los años 60, se ha desarrollado una espiritualidad demasiado personal y que lo que tenemos que hacer ahora es crear un contexto más amplio para abrazar el futuro. Considera asimismo que el Dios mítico se ha caído del cielo, pero que está empezando a despertarse a sí mismo dentro de cada persona. El próximo salto en la evolución de la conciencia, señala Cohen, es un salto más allá de la individualidad. Por Angela Boto.

 

¿Hay cabida para la iluminación en el nuevo siglo? ¿Sigue siendo válido el concepto tradicional de espiritualidad? El papel del ser humano en el universo y su responsabilidad en la creación del futuro… Lo que para algunos son cuestiones que surgen en momentos de reflexión profunda, constituyen el centro de la vida para Andrew Cohen.


Durante las últimas tres décadas este filósofo, o maestro espiritual, estadounidense, se ha dedicado a explorar en los entresijos de la esencia humana buscando respuestas. Después de adentrarse en la mística oriental regresó a occidente para crear su propia vía de conocimiento, un camino adaptado a las exigencias de un mundo en desarrollo acelerado, de una cultura en la que hace mucho que el Dios paternal ha desaparecido.

De ahí su nombre: “espiritualidad o iluminación evolutiva”. La revista que ha fundado, What is enlightenment (Qué es la iluminación), es un auténtico punto de encuentro de pensadores, científicos y místicos interesados en la experiencia humana y en la conciencia. Cohen ya ha organizado dos retiros en Barcelona en los dos últimos años.


¿Cómo definiría la espiritualidad evolutiva?


Hay que entenderlo en el contexto de la evolución del universo desde que surgió hace alrededor de 14.000 millones de años. Según hemos ido aumentando el nivel de conciencia, nuestra comprensión sobre quiénes somos y el significado de estar vivo también ha evolucionando. Recientemente, el ser humano se ha dado cuenta de que el proceso de evolución depende del despertar de cada individuo. Al nivel más profundo, el sentido de la experiencia humana es crear el universo.


Asegura que hace falta un nuevo contexto moral, ¿a qué se refiere?


Nunca ha habido tanta gente con un nivel de educación, de bienestar y de libertad tan alto, pero la mayoría experimenta una alienación, es decir una separación de sí mismo. Tenemos que sentir que es nuestra responsabilidad llevar a la humanidad hacia el futuro. Tenemos que experimentar una conexión emocional con el hecho de que somos parte de un proceso más grande y que nuestra obligación es primero el proceso y después nosotros mismos. A menos que una gran minoría se despierte en este sentido no creo que nada cambie. Después de la ruptura con las tradiciones que se produjo en los años 60, se ha desarrollado una espiritualidad demasiado personal. Por ejemplo, el movimiento New Age tiene una comprensión sofisticada del ser, pero su espiritualidad es muy sentimental y narcisista. Lo que tenemos que hacer ahora es crear un contexto más amplio para abrazar el futuro.

Usted conoce profundamente la filosofía y la mística orientales, pero en cierto modo se ha separado de ellas, ¿por qué?


Las tradiciones orientales no nos enseñan cómo vivir en el mundo y tampoco tienen conocimientos sobre la evolución. Su saber radica en el desarrollo de la conciencia individual, pero no entienden que el universo es parte de un proceso profundo de evolución temporal. Conciben el tiempo como ciclos recurrentes, dando vueltas infinitamente. Y cuando alguien ve eso quiere se libre, salir de la rueda y es entonces cuando la gente entra en ese estado interno de alejamiento de las experiencias de la vida y de la encarnación.

¿Qué ofrece en sus cursos en este sentido?


Ofrezco un futuro. Quiero dar una visión grande de lo que es nuestra experiencia. Llevo a la gente a antes del comienzo, hace 14.000 millones de años. Para hacerlo hay que ir más allá del pensamiento y lo que se experimenta es el cero, la nada. Este es un estado meditativo. Mucha gente practica la meditación, pero ni siquiera entiende lo que está haciendo. Cuando vuelven a cero todo desaparece, pero la esencia fundamental de sí todavía está ahí. De modo que antes del comienzo ya estábamos. Esta comprensión es la iluminación tradicional de Oriente. Después, lo que ocurre es que la mayoría de la gente va de ahí al ego, es decir al Yo cuya experiencia se ha separado de la vida, al Yo alienado. Esto es más o menos lo que viven muchas personas que siguen una espiritualidad influida por Oriente.

¿Y después?


Ayudo a la gente a entender que el tiempo no se da en ciclos. Hace 14.000 millones de años comenzó el proceso y pasó de la energía a la luz, a la materia y a la vida. Lo más importante de la vida es la conciencia y conciencia es conocimiento, interioridad, subjetividad. El ser humano tiene la capacidad de saber que sabe. Otras formas de vida son conscientes, pero no saben que lo son. El universo nos ha parido hace 100.000 años para tener un modo de conocerse a sí mismo. El Dios mítico se ha caído del cielo al mismo tiempo que la humanidad comienza a darse cuenta de que es los ojos y el corazón del principio que ha creado el universo. Dios es la energía y la inteligencia que ha iniciado el proceso creador y que lo está dirigiendo en este instante.
En el ámbito de lo físico, el impulso creador o evolutivo es energía sexual, la misma energía que ha creado el universo. Subiendo de nivel es la compulsión creativa y más alto aún está el impulso espiritual, evolutivo. Dios desapareció y ahora está empezando a despertarse a sí mismo dentro del individuo.

¿Cómo se vive pues la iluminación en nuestro mundo?


En el sentido oriental, iluminación significa el descubrimiento del cero. El punto cero no es suficiente porque no tiene ninguna conexión con el mundo, con la vida, con los otros. La iluminación evolutiva es el descubrimiento del Yo auténtico que es la mejor parte de nosotros. Es pura pasión energética por el futuro y es intrínsecamente libre, no le duele el pasado ni la historia personal. El Yo auténtico es el big bang, el impulso que crea el universo haciéndose consciente de sí mismo. Es la razón por la que nos interesa la evolución de la conciencia. En el Yo auténtico no hay ego.


Ha hablado del individuo, pero ¿cómo perfila el futuro colectivo?


Creo que el próximo salto en la evolución de la conciencia de nuestra especie es un salto más allá de la individualidad. Ahora tenemos un ego muy desarrollado en el sentido negativo. Lo positivo es que existe una gran capacidad para la individuación. Necesitamos que individuos muy desarrollados empiecen a experimentar la unidad o la no diferenciación entre los Yo. A esto lo llamo una experiencia de autonomía y de comunión. En la primera, el poder creativo del individuo se libera. La comunión es cuando dos se unen como uno. Normalmente, autonomía y comunión no se pueden dar al mismo tiempo, pero en el estado del que hablo dos o más se funden en uno y al mismo tiempo, en el mismo espacio, experimentan autonomía. Experimentan que son una conciencia y simultaneamente cada uno vive su autonomía. Esto es lo que creo que es el próximo nivel y lo llamo la nueva iluminación, la iluminación evolutiva.


Angela Boto es licenciada en CC Químicas. Ha sido responsable del portal de salud del diario español El Mundo y en la actualidad colabora con el diario El País. Ha trabajado también para publicaciones como Integral, Mente Sana y recientemente para Psychologies. También ha colaborado con la revista “What is Enlightenement” fundada por Andrew Cohen.

Sábado 13 Enero 2007

Angela Boto

 

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