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DEJA
DE LUCHAR La mayoría de las personas se halla extraviada
en lo que parece ser una incesante lucha y esfuerzo. Una lucha
en contra de la experiencia del pensamiento. Una lucha en contra
de los sentimientos que surgen. Una lucha en contra del
movimiento del tiempo. Esto parece seguir continuamente. Puede
que haya interrupciones momentáneas, breves instantes en que
uno experimenta cierto alivio, pero esto generalmente no se
prolonga por mucho tiempo, y luego la lucha se reinicia
nuevamente. Si podemos aprender a dejar de lado la lucha,
descubriremos una libertad natural e inherente que ha estado allí
desde siempre. Una parte considerable de la práctica espiritual
guarda relación con aprender a dejar de luchar. Cuando hablo de
dejar la lucha de lado, me refiero a estar dispuesto a soltar la
relación rígida, temerosa y encapsulada en nosotros mismos que
establecemos con nuestra experiencia. Esto requiere de mucho
valor. A pesar del hecho de que muchas personas aseguran que
desean liberarse, cuando de hecho se les da la oportunidad de
dejar de luchar, la mayoría de las veces no desean hacerlo. No
desean hacerlo, puesto que la lucha, por desagradable, dolorosa
y limitante que sea, al menos proporciona un refugio seguro, un
terreno conocido desde el cual funcionar. Se trata de ese lugar
desde el cual uno siempre se reconoce a sí mismo. Si estamos de verdad preparados para dejar ir
la lucha, si estamos preparados para dejar de luchar de la forma
en que hemos estado acostumbrados a hacerlo, debemos comenzar a
hacer espacio para aquello que no sabemos. Debemos hacer
espacio para aquello que no sabemos en relación a nuestra
experiencia interna, y también en relación a nuestras vidas
externas. Descubrimos el secreto de la Liberación al aprender
experiencialmente lo que significa dejar de luchar. Y una vez
que hemos experimentado lo que significa no luchar -aún si esto
ha ocurrido por un breve instante-, debemos hallar el valor
necesario para poner eso en práctica en la forma en que
vivimos. Descubrir la disposición a dejar de luchar es
uno de los aspectos más difíciles de la práctica espiritual.
Claramente. parece ser muy difícil para la mayoría de las
personas captar la sutileza inherente a dejar de luchar, hasta
el punto en que se transforme en un estado natural. Eso sólo
puede ocurrir si es lo que deseas más que ninguna otra cosa en
la vida. Si se desea descubrir lo que significa dejar de
luchar, uno debe estar dispuesto, en primer lugar, a examinar
muy de cerca los motivos por los cuales uno lucha. No sólo
luchamos por aferrarnos a sentimientos de éxtasis, recuerdos
felices y experiencias gratas, sino que también lo hacemos para
aferrarnos al temor, la morbosidad y Lo que resulta revelador es que, cuando tenemos
la suerte suficiente para experimentar lo que es no aferrarse, aún
si la experiencia es positiva, casi siempre nos sentimos
amenazados por sus implicancias. Cuando finalmente dejamos de
luchar, lo que descubrimos es una profundidad desconocida. Dejar
de luchar y experimentar esa profundidad es, muy frecuentemente,
algo percibido como inspirador y tremendamente significativo,
pero un estado demasiado demandante como para pensar en vivir
toda nuestra vida en él. Una de las revelaciones más impactantes que se
presentan en la práctica espiritual genuina es descubrir cuán
profundo es nuestro apego a lo conocido, y cuán escasa es
nuestra real disposición a internarnos en lo desconocido. Es en
esta revelación que vemos por nosotros mismos que el acto mismo
de luchar, aún siendo desagradable, nos permite permanecer en
un territorio que se presenta como básicamente seguro y
protegido, puesto que es conocido. Si somos sinceros en nuestro deseo de dejar de
luchar, debemos interesarnos más y más en apegarnos a ninguna
otra cosa que al logro perfecto de Pero hay más. Si tenemos suerte, la paz que
hemos hallado al dejar de luchar no se transforma en un nuevo
refugio seguro, otro punto de referencia estático. Se
transforma, más bien, en aquello que nos da el valor para
sumergirnos entusiastamente en la experiencia de estar
intensamente vivos. Es muy importante comprender que hacer esto
por entero significa más que un mero abandono de El descubrimiento de esta disposición aclara
algo que destroza todas nuestras ideas acerca del Despertar o la
Iluminación: la Liberación final es hallada en mayor grado a
través de interesarnos más en la vida misma que en librarnos
de ella. (Extracto de La Libertad no tiene Historia, por Andrew Cohen)
EL
SENTIDO DE LA EXPERIENCIA HUMANA ES CREAR EL UNIVERSO
Dios se ha caído del cielo, pero empieza a
despertarse dentro de cada persona
El sentido de la
experiencia humana es crear el universo, explica en la siguiente
entrevista el filósofo estadounidense Andrew Cohen, fundador de
la emblemática revista "What is enlightenment", hoy
punto de encuentro de pensadores, científicos y místicos
interesados en la experiencia humana y en
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